En los últimos años, desde que comence mi «aventura» en el mundo de la maternidad, me he detenido en algunas ocasiones a observar los tipos de mamás que vemos actualmente en nuestra sociedad. Me llena de tristeza encontrar algunas mamás, que toman la maternidad, solo como una cosa más en la lista de lo que deben hacer para encajar socialmente, para tener una familia completa, para la foto del portarretratos. Veo mamás que salen de la clínica al trabajo, que no se trasnochan ni una vez para alimentar a su bebe recien nacido, que ni siquiera quieren darle su leche a sus bebes, por vanidad, dolor o porque «eso es muy aburridor». Dejan a sus bebes bajo el cuidado de terceros desde el primer instante, sin nisiquiera untarse y usan su licencia de maternidad para irse de viaje o sacar unos diitas de descanso. Por otro lado, existen las mamás que deciden tener un hijo porque es el deseo mas profundo de su corazón, porque siempre lo soñaron, porque sienten su vocación de madres. Se involucran en las actividades de sus hijos, y asi tengan ayuda (no estoy diciendo que sea malo contar con alguien que te de una manito), están pendientes de sus niños, buscando pasar tiempo con ellos, compartir sus etapas de crecimiento, lo bueno, lo malo, lo divertido, lo doloroso. Es muy importante valorar a los niños como el futuro del mundo y de la sociedad. Dedicarles tiempo, darles nuestro amor, hablarles, demostrarles que nos importan, que estoy dispuesta a sacrificarme porque te amo, porque eres lo mas importante para mi, porque quiero que seas un niño sano, feliz, inteligente, este amor va más allá del amor por mi cuerpo, por mi descanso, por mi. Es el amor maternal verdadero.