Hay algunas cosas que me sorprenden en todo esto de tener bebes, sobre todo uno como el mío, que nacio con un letrerito de autodestrucción, y hoy quiero hablar de un invento que se llama «Reparil». El Reparil viene en un tubito metálico, como los de las cremas dentales antiguas, con cara de nada, un nombre muy típico y literal, y no se ni que marca o laboratorio lo hará. Lo conocí un día que mi hijo se cayó en clase de música y de su frente iba saliendo un chichón con un gran morado. Desde ese día mi vida cambió y puedo decir que el Reparil es «mágico». No tengo ni idea de medicina (bueno, lo poco que he aprendido desde que soy mamá) y no se que componentes tiene, pero puedo asegurar que hace desaparecer los peores golpes y morados que he visto. Mi hijo entre su primer y segundo año podría decir que se caía aproximadamente 10 veces al día, y este ungüentico nos salvó de que pareciera Jesucristo, y sus golpes se disimularan y desaparecieran rápidamente. Como será lo que lo hemos usado, que ya cuando se aporrea, dice «Mamá echame Lepalil»…. Al Reparil, le prendo velas.