«Señora, ustedes son ricos?»

«Señora, ustedes son ricos?» me preguntó una niña mientras hacíamos la fila para patinar en el hielo en el Centro Comercial Santafé. Muchas cosas vinieron a mi mente. Para mi «rico no es el que más tiene sino el que menos necesita», y podría haberle respondido que sí, que a pesar de que mis bienes materiales son menores a los de muchas personas que conozco, vivo tranquila y feliz con lo que tengo y siento que me hace falta poco. No quiere decir que no me provoque tener un closet más grande con más zapatos, o que no me gustaría viajar más o preocuparme menos por el pago de las cuentas. Pude haberle dicho que no hay más riqueza que el amor o la salud, que vale más estar unidos, tener una familia bonita y amigos especiales. Pero no es eso a lo que se refería la niña. Me preguntó qué le había traido El Niño Dios a mis hijos,  a ella le trajo una tablet (a mis hijos unos tenis patín y un jueguete al otro), y que si mis hijos tenían cuarto propio para cada uno, a lo que le respondí que no, pues ellos comparten su cuarto.
La niña me dejó pensando todo el día en ella. Ella no nació pensando que era «pobre» o que había otras personas que tenían más dinero o más bienes materiales. Fue algo que adquirió de alguien, algo que le enseñaron o con palabras o con ejemplo. Me dolió pensar en alguien tan pequeño que se cuelga una etiqueta que puede llegar a limitarle la vida, y que es tan dañina la connotación de «pobre» como la de «rico». Siempre me han parecido feas esas palabras, cargadas de un significado pesado y desagradable. Me aterra pensar en que los niños crezcan pensando que son ricos o pobres sin tener en cuenta que lo realmente importante es que dentro de ellos está la capacidad de soñar y de luchar por sus sueños. Se que en algunos niveles de la sociedad se abren más puertas, pero todos tenemos la capacidad de llegar lejos o no llegar a ninguna parte y la mayor atadura está dentro de cada uno.
Nunca me he sentido más o menos que nadie. En mi colegio que tanto critico y que me dejó varios rayones, me enseñaron a que todos somos iguales y eso me quedó tatuado muy adentro. También creo que mis papás con el ejemplo lo hicieron, mi mamá me enseñó esta frase, que repito a mis hijos cada que puedo: «Si te comparas con los demás te volverás vano y amargado, pues siempre habrá personas más grandes y más pequeñas que tu». Realmente no somos más o menos que nadie. No quiero que mis hijos en algún momento se sientas superiores o inferiores a otros, hay que saber que sí tenemos talentos, oportunidades o ventajas pero si los tenemos frente a otros, es para ayudar y para entender que los otros seguramente tendrán algo en lo que son mejores.
Pienso que debemos educar a los niños para entender y aceptar la diferencia, quitarnos etiquetas de ser ricos, pobres, inteligentes, brutos, o lo que sea. Buscar lo bueno de cada uno, enseñar basado en lo positivo y no limitar a los niños, dejarlos soñar y creer que lo que quieren en la vida podrán lograrlo si hacen el esfuerzo.

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