Cuando se trata de decir si somos buenas o malas madres, muchas nos tiramos duro a nosotras mismas.
Personalmente varias veces me he sentido la peor mamá, especialmente los últimos días de vacaciones cuando mi paciencia ya rebosó los límites y los niños piden a gritos en silencio un espacio diferente a las 4 paredes de la casa, haciendo que la mamá enloquezca poco a poco.
Me he sentido la peor mamá cuando no hago las actividades que quisiera hacer con ellos porque tengo que trabajar o tengo pereza o estoy cansada, cuando les hablo un poco más duro de lo que debería (un día le grité a mi hijo en Falabella delante de varias personas), cuando quiero que desaparezcan un ratico de mi vista (y se los digo), cuando les digo algo que no debería y a los cinco segundos me arrepiento, cuando pienso «será que lo traumaticé?» o «será que me lo estoy tirando?», cuando no soy capaz de cumplir una amenaza o cuando ni siquiera soy capaz de amenazar y me hago la loca para evitar una pelea. Ser mamá es un constante experimento. Nadie nos enseñó y nadie había hecho la práctica antes de ser lanzado al charco sin previo aviso.
Las mamás en nuestra soledad nos tiramos duro a nosotras mismas, vemos otras mamás todas lindas, perfectas, calmadas, pacientes y pensamos, esta nunca se despeluca, nunca les grita, nunca los aprieta. Siguen todas las reglas de disciplina positiva, crianza con apego, y todo lo que uno ve en los libros más hermosos y perfectos. Afortunadamente al averiguar un poco nos damos cuenta que detrás de cámaras, son iguales a nosotros…
Cuando se trata de juzgar otras mamás si que somos duras. En esos casos muchas veces resulta que si somos mejores que ellas o tal vez nos alivia un poco ver otras peores en aspectos en los que no estamos tan mal.
Buscamos en otras las cosas malas que nosotras no hicimos: esta que nunca le dio teta, esta que consiguió enfermera para la noche y no se levantó ni una vez, la que tiene niñera y ni los toca, la que los tuvo y se fue a trabajar, la que los deja con una muchacha, la que los deja con la abuela que no los esta educando nada bien, la que les sigue todos los caprichos, la que les da dulce y nada sano, la que los deja solos en el carro cuando se baja en el supermercado, la que se salió de trabajar y se volvió una recostada, la que no va a las cosas del colegio, y asi vamos catalogando y juzgando a todas las otras, viendo siempre lo peor.
Hace poco me enviaron un escrito que alguien publicó en Facebook que me llegó mucho y dice así:
«Las buenas madres tienen niños que necesitan ir a la fonoaudióloga
Las buenas madres tienen niños que se quiebran un brazo,
se contagian gripe y gritan en el supermercado.
Algunas buenas madres gritan en el supermercado también.
Las buenas madres cometen errores.
Una buena madre tiene hijos que también cometen errores.
Tiene hijos que se enojan.
Ella se enoja.
Prepara la comida tarde,
se olvida de comprar la leche para los cereales del desayuno,
Y llora por razones que otros consideran tontas.
Dice cosas que creyó que nunca diría,
Y tiene hijos que dicen cosas que ella desearía que no dijeran.
Ella tiene malos días, malos momentos y malas semanas.
Se pierde.
Y cuando se siente tan perdida,
Cuando todo lo que puede ver es lo malo, y el miedo,
y las dudas y los pensamientos recurrentes,
El amor la guía de vuelta.
En la oscuridad tiende una mano temblorosa,
Y encuentra el hilo del amor.
Tomada bien fuerte de este hilo que la guía,
recorre el camino de vuelta.
Vuelve a ella misma
Con amor. Vuelve.
Una y otra vez, vuelve –
A sus niños,
A su familia, y amigos.
Vuelve con amor.
Pide perdón. Perdona.
Vuelve a intentar. Crece.
Es tan buena madre.
Vos sos tan buena madre.»
(link: https://www.facebook.com/vikingatejidos/photos/a.1472472549651870.1073741829.1471984823033976/1818109958421459/?type=3&theater)
Con todo esto me puse a pensar y a completar esta reflexión que llevo días haciendo, no somos malas madres, cada una tiene una vida, circunsancias y elecciones diferentes.
Cada una está tratando de hacer lo mejor que ella considera que debe hacer, desde su educación, desde su conocimiento, desde su vida, desde sus sueños y sus miedos y seguramente sus hijos aprenderán de esa experiencia que vivan con su madre imperfecta, como somos todas.
No podemos juzgarnos tanto, ni a nosotras mismas ni a las otras mamás, todas estamos haciendo nuestro mejor papel, aprendiendo cada día, dándole a los hijos lo que creemos que es lo mejor para ellos, y lo más importante con todo el amor posible, ese que nos mueve a darlo todo y más.
Me encantó! Gracias por esta reflexión.
Muchas gracias, es muy hermosa esta reflexión, me sacó un par de lágrimas y es verdad aveces sentimos enloquecer pero llega el punto en que nos encontramos con nosotras mismas miramos nuestros hijos y es donde nos decimos que vale la pena seguir acompañandolos en cada una de sus etapas. Ellos son nuestros Ángeles.
Me encantó!! Completamente identificada!! Gracias por escribirlo!!