Llega la época navideña y me acuerdo de esta frase tan conocida y reconocida: La prudencia que hace, verdaderos sabios, que sale en la tan repetida novena, que rezamos cada año y nos terminamos aprendiendo de memoria sin siquiera analizar sus letras. Cuando crecemos empezamos poco a poco a analizar y nos damos cuenta que detrás de muchas de esas frases se esconde mucha sabiduría, como por ejemplo la de esta frase de la prudencia.
En nuestra experiencia con la maternidad, somos víctimas de muchos episodios de imprudencia que terminan con nuestra paciencia, cordura y tranquilidad. Todas las madres, en algún momento sufrimos de algunos de ellos, aquí quiero contarles algunos de los más comunes que hacen que a uno se la vuelen, se angustie o quiera matar:
- Preguntas en el embarazo: La gente quiere opinar de tu embarazo y opina más de lo que se necesita. Quien no ha escuchado preguntas como:… ese bebe si está creciendo?, o afirmaciones como: coma más que usted tienen que comer por dos, o la típica: vas a tener parto o cesárea?. El embarazo está lleno de confusiones y muchas ni sabemos la respuesta. Estos comentarios son innecesarios. Si uno tiene dudas se las preguntará al médico.
- Opiniones al nacer el bebé: Cuando nace el bebé es el momento que más imprudencia se ve alrededor: El bebé si está comiendo?, si quedó lleno?, a usted si le sale leche de ahí? … En este momento hay un millón de preguntas y de opiniones y por cada tema un millón de posibilidades de comentarios inoportunos. En este momento de tanta sensibilidad esos comentarios caen como un baldado de agua fría, especialmente si vienen de personas diferentes a la mamá de uno, o sea el 99% de la población.
- Las visitas: Para mi las visitas son lo peor del posparto y lo digo abiertamente. También digo que si tuviera otro hijo no dejaría que nadie fuera a mi casa en los primeros 15 días. Yo se que la gente lo visita a uno con mucho amor y agradezco ese amor, pero muchos no entienden que lo único que uno quiere en ese momento de MUCHO cansancio, estrés, sueño, bisoñada, dolores e incomodidades físicas, es estar lo más solo posible, son su bebé, el marido y si mucho, la mamá. Por favor, sea prudente no visite a un recién nacido a no ser que alguno de los padres esté relacionado con usted en primer grado de consanguinidad y ojalá que la visita sea breve. Hay muchas mamás que dicen que no les importa, y en realidad hay muchas visitas que son agradables: las que duran poco y son en horas prudentes, esto quiere decir, cuando haya luz del sol y cuando no sea hora de comer o de dormir. Lo que ya se sabe: no ir enfermos ni con la leve sospecha de una gripa, de hecho hay muchas personas que ya solamente reciben visitas de personas vacunadas de tosferina. No entiendo porque no me tocó. Hubiera sido genial.
- Las opiniones en la crianza de los hijos: estas son las más indeseadas e inoportunas. Odiadas y recibidas como una patada en el hígado. Si usted tiene sus propios hijos para qué opina en la vida de los hijos de los demás (y si no los tiene, si que menos). Yo se que la gente quiere opinar porque cree que lo que uno dice es lo mejor, yo también lo he hecho, veces se me sale, pero si no le han preguntado no opine. Tampoco emita juicios al azar: “Como está de grosero el niño” o “Nunca había visto ese tipo de pataleta “, “Se les está saliendo de las manos”…. Cuando un papá o una mamá escuchan un comentario de estos (así sea del cónyugue) se le despierta un instinto asesino, le provoca matar. En serio. Absténgase de opinar en la crianza de otros. Estos comentarios por lo general vienen de miembros de la familia que se creen los que tienen el derecho a decirlos. No, cada uno tiene derecho sobre sus hijos y ya. Los temas favoritos de la familia en el opinómetro son: porqué los van a meter a ese colegio tan XXX (pinchado, caro, loco, raro…), porqué todavía le das teta o tetero si el niño ya tiene X años, porqué no le has dado tal comida?, todavía duerme con ustedes??… y algunos que se van subiendo de tono: el niño está muy orejón, esos niños son insoportables, ustedes no son firmes con los niños, etc.
- Meterse en el territorio equivocado: Las mamás tenemos un territorio y ese territorio es nuestra casa y son nuestros hijos. Cuando alguien se mete a nuestro territorio es como cuando uno pasa por una propiedad que dice: Peligro, perro bravo, y a pesar de la advertencia, entra. Cuando usted llega al territorio del perro bravo, primero tiene que cerciorarse que el perro acepte su presencia, eso se hace paso a paso, poco a poco. He presenciado varias situaciones en muchos casos, en el que personas como por ejemplo la mamá o la suegra entran a territorios sin autorización y terminan haciendo que el perro se ponga más bravo de lo que estaba (pareciera que se convierte en un león). Es muy importante respetar el territorio de una mamá, no se meta a espacios, físicos, o emocionales a los que no lo han invitado. Cada mamá tiene momentos y espacios importantes que se deben respetar, por ejemplo en mi caso la hora de dormir de mis hijos es importante, que nadie se asome por mi casa a esa hora sin ser invitado. Sale el perro bravo que hay en mi.
Realmente la prudencia hace verdaderos sabios, en nuestra cultura (Antioquia y Colombia) a la gente le encanta opinar. No tienen porque hacerlo, cada cual cría a sus hijos como le da la gana, hace las cosas como mejor le parecen, comete sus propios errores y aprende solito. Recuerde, si no se le ha preguntado no opine.