El mundo actual está lleno de peligros y la sociedad nos los recuerda constantemente. Eso hace que las mamás vivamos con miedo y empecemos a sobreproteger a nuestros niños enviandoles un mensaje de incapacidad que no les ayuda para nada a su seguridad. Con este post, «Hijo, yo creo en tí» quiero hacer una reflexión a cerca de lo que hacemos las mamás por nuestros hijos que les dice inconscientemente que no creemos que puedan y si dejáramos que ellos lo intenten solos podrían demostrarse a si mismos que sí son capaces.
No se porqué, pero las mamás actuales vivimos muertas del miedo. No se si el mundo es más duro y cruel, si nos criaron con todo muy resuelto y fácil (sin tener que enfrentar dificultades mayores), no se si es la sociedad de consumo o simplemente la sociedad en general, realmente no se porqué, pero he descubierto que esta generación de madres (en la que me incluyo) somos súper miedosas. Creo que puede ser una mezcla de todas las razones anteriores, pero ya hemos oído y visto en las redes el cuento repetitivo de que antes los niños no usaban cinturón de seguridad en el carro, salían a la calle solos y libres, a los 7 años atravesaban la ciudad sin sus padres, jugaban con cosas que ahora consideramos peligrosas, no había plásticos para tapar los enchufes, no había mallas para el balcón, las esquinas de los muebles no tenían protectores y se tragaban la crema dental. Con la evolución del mundo han surgido «nuevos peligros» (aunque sospecho que muchos siempre han estado ahí) o al menos la conciencia ( y hasta terrorismo) de estos, todos los días hay una nueva idea peligrosa y detrás de esta una solución en producto para evitarla o enfrentarla.
Toda esta información de peligros por dentro y fuera del hogar, ha creado madres que estamos todo el tiempo evaluando posibilidades de tragedias y con un miedo gigante a que algo suceda. No se porqué a mi abuela no se le ocurrió que sus hijos salían solos a la calle a jugar y podía pasar un carro y pisarlos, que se iban en bicicleta por 2 o 3 horas sin reportarse (porque no existía el celular) y podía haber alguien que les hiciera daño, o que podían comer mamoncillo con un gran riesgo al ahogamiento. Obviamente que los tiempos cambian y todo es muy distinto ahora, pero a las mamás de antes las embargaba una tranquilidad y una confianza mayor a la nuestra que hacía que sus hijos se sintieran seguros y pudieran ser más autónomos. Yo en este post parezco la que «predica y no aplica» pero es algo que me tiene pensando hace rato y es que terminamos protegiendo y sobreprotegiendo tanto a nuestros hijos, que al final les impedimos vivir, enfrentar situaciones, y al hacer todo esto, demostrarse ellos mismos que son capaces de hacerlo.
De la mano de este afán de protegerlos que viene del miedo a que les pase algo, empezamos a evitar que vivan diferentes situaciones aparentemente riesgosas, pero que en realidad ellos necesitan vivir para aprender y para demostrarse que son capaces, las cuales traen primero un aprendizaje importante y además, seguridad y autoestima para ellos. El domingo pasado mi hijo menor estaba estrenando una bicicleta. La anterior le quedó pequeña y su abuelo le consiguió una nueva más grande. Cuando se monta en el sillín no alcanza a poner los pies en el suelo y tiene que arrancar con una destreza especial para no caerse. Yo estuve enseñándole y ayudándole todo el día, en la tarde el iba a arrancar y yo le iba a ayudar y el papá me dijo: «Déjalo que el puede solo» y yo pensé «Dios mío» pero lo dejé (no muy convencida). El muchachito arrancó solo y se sintió requetefeliz, o sea, no podía de la dicha. No es malo ayudar a un niño mientras aprende pero si es malo hacerles siempre todo y no dejarlos intentar por ellos mismos. Y eso es lo que nos pasa a las mamás. Les enseñamos algo pero nos quedamos ahí pegadas solucionando por más de lo necesario, sin darnos cuenta que ellos ya pueden hacerlo solitos y que al dejarlos hacer algo por si mismos les estamos dando nuestro voto de confianza y diciendoles «creo en ti».
No me atrevo a ofrecer consejos cuando todavía me falta tanto para lograrlo, pero quiero plantear esta reflexión, buscar ser conscientes de todas estas situaciones en las que hacemos por nuestros hijos algo que ellos tienen la capacidad de hacer por si mismos. A darnos cuenta cuando los invalidamos con nuestras palabras o nuestras acciones y les enviamos un mensaje inconsciente de que son incapaces, cuando creemos que ser una buena mamá es hacerles todo, resolverles todo y evitar que sufran. Hay que dejarlos desde pequeños que vivan pequeñas situaciones y riesgos (con la compañía de nosotros), para que aprendan, para que puedan confiar en ellos mismos y que eso los llene de seguridad y satisfacción. Si no los dejamos enfrentar el mundo solos poco a poco, cúando van a aprender?