El fin de semana pasado celebramos la primera comunión de mi hijo Emilio. Fue algo que preparamos mucho en todos los sentidos y vivimos con todo el amor y la emoción posibles.
Emilio se estuvo preparando en su colegio para entender todo lo que pasa en el aspecto religioso y espiritual y en la casa no se hablaba de otro tema pues los diferentes aprendizajes se prestaban para el diálogo y para explicarles a los niños desde mi punto de vista como los entendía. Me parece muy positivo la evolución que ha tenido la interpretación de la fe desde el momento que yo hice mi primera comunión, pues yo crecí en un colegio de monjas y el tema era impositivo, estricto y con temor. Ahora nos acercamos más desde el amor, desde el servicio y desde el entendimiento y aceptación de las diferencias para ser buenas personas.
También era una ocasión para celebrar con la familia y en la mia particularmente las primeras comuniones son un evento especial, a todos los niños se las hemos celebrado y nos reunimos todos para hacerlo. Yo a Emilio hace mucho no le hago una fiesta pues a medida que ellos van creciendo y cumplen años ya hacen menos cosas y uno también se relaja un poco más. Por eso vi en esta primera comunión la oportunidad para preparar algo bien bonito y especial para el. Seguir leyendo