Los papás quisieramos controlar todo para que nuestros hijos siempre estén bien. Pero asi no funciona. Ante un mundo de incertidumbre, lo único posible es tener fe. Por eso las mamás terminamos repartiendo bendiciones y prendiendo velas hasta viejitas. Aquí les cuento de qué se trata esa fe. Y no es un post sobre religión.
Me acuerdo que hace muchos años, cuando mi primita Daniela estaba pequeña hubo una época en que había muchos derrumbes en la vía Las Palmas, ruta que tenía que tomar todos los días para ir al colegio. Cada día el subir y bajar por esa vía era un riesgo de que se desprendiera un pedazo de tierra y cayera sobre cualquier vehículo que estuviera pasando por ahí.
Aunque yo estaba lejos de ser mamá, sentir a mi tía angustiada por el solo hecho de mandar a su hija al colegio por un camino que presentaba un riesgo me impactó. Y me impactó el hecho de entender que a pesar de que seamos los mejores papás no podemos asegurar que nuestros hijos siempre estén a salvo, pues no está del todo en nuestras manos. Nunca. Seguir leyendo