«Quién quiere regalo??»

Desde hace días he observado, en las piñatas a las que asisten mis hijos, que hay algunos grupos de recreacionistas, que durante toda la fiesta motivan a los niños a que sigan sus indicaciones con la frase «Quién quiere regalo??». Inicialmente me sorprendió pero a medida que pasa el tiempo y lo veo repetitivo en tantos cumpleaños, me puse a pensar a cerca de lo que le estamos enseñado a los niños con esto…
Los estamos motivando a que realicen la recreación de una fiesta (que además es algo que les gusta pues es un juego), con la promesa de un regalo físico al cumplir las actividades propuestas… Los niños están creciendo con la idea de que después de cada actividad tienen que recibir una recompensa física, un regalo, y se acostumbran a que sin «el regalo» no hacen nada. Los niños no van a una piñata a recibir regalos, van a celebrar que su amiguito está cumpliendo un año más de vida, o sea a celebrar la vida de sus amigos. Además, se acostumbran a que en su vida todo tiene que ser «pagado», a que no hacen nada gratis. Por eso es que a los niños más grandes les cuesta tanto hacer un favor, y terminan por todo pidiendo algo a cambio. Es que uno no puede hacer algo por alguien sin tener que recibir un pago? Porqué jugar en una fiesta con sus amigos tiene que ser pagado?.no-mas-quien-quiere-regalo
Me parece además poco profesional de parte de los recreacionistas, que además deberían tener un poco de conocimiento en educación o en cómo manejar niños, que utilicen SIEMPRE esta motivación para que los niños cumplan sus indicaciones. Es que no son los suficientemente buenos para proponer juegos y actividades divertidas que los niños quieran hacer sin recibir un regalo? Porque no utilizan otra pregunta, por ej: Quien quiere divertirse?? Quien quiere hacer algo muy rico?? Porqué tiene que ser el regalo???

No dejemos que nuestros hijos crezcan con la idea de que tienen que recibir un regalo por todo, y no dejemos que los recreacionistas de las piñatan MANIPULEN a nuestros hijos diciendoles que van a recibir un regalo, cuando realmente ni siquiera reciben algo pues les prometen el regalo desde que llegan y se los dan cuando se acaba la fiesta. El regalo que reciben los niños no es la recompensa por haber realizado todas las actividades de la fiesta, es un obsequio que el niño que cumple años da a sus amigos en agradecimiento por asistir y por acompañarlo en su cumpleaños. No es una recompensa. Por lo tanto, realmente los recreacionistan nunca les dan el prometido regalo a los niños. Hay que dejar de ser «indiferentes» y no permitir que esto suceda. Que falta de respeto con los niños!!

15 cosas que cambian en tu vida cuando nace tu bebé….

Este artículo lo encontré en el sitio de Facebook de «Escuela para Padres» (https://www.facebook.com/escuelaparapadresggm), no se quien es el autor, pero me parece divino y totalmente cierto!!!

1. Descubres en tu interior una fuerza que te agarra de sorpresa y hasta te asusta por su intensidad. Te sientes como una leona, preparada para defender a tu «cachorro» con uñas y dientes.

2. Te das cuenta que puedes ir más allá de tu límite y del límite de tu límite y del límite del límite de tu límite… Y esto te hace sentir infinitamente exhausta y fatigada, pero a la vez infinitamente capaz (¡qué verdad tan verdadera!).

3. Sientes crecer dentro de ti un amor tan fuerte, poderoso y profundo, que a veces hasta te espanta y confunde. «¿Podré querer a otro ser como a esta criaturita?», te preguntas. Ya verás que sí (y ésa será tu gran sorpresa cuando nazca tu próximo hijo).

4. Empiezas a entender, respetar y admirar a tus padres como nunca antes en la vida «no es posible que mi mamá haya hecho todo esto», piensas, «¡con cuatro hijos, tan jovencita y sin pañales desechables!» y crece genuinamente tu comprensión y gratitud hacia ellos.

5. Por primera vez entiendes que «sacrificio» no significa sufrimiento sino: «sacro» + «oficio», o sea, «trabajo sagrado». Comprendes la enorme importancia del lugar que ocupas en el mundo como madre, y el gran valor de tu trabajo.

6. Aumenta tu compasión por todos los niños. Poco a poco te vas haciendo madre no sólo de tus hijos, sino de todos los demás niños del mundo. No soportas ver sufrir a un niño en las noticias, ni en una película de televisión, ni en la calle. Y entre los cambios más cotidianos…

7. En tu casa, tu vida, tu trabajo… reina un nuevo orden, o más bien, desorden. Aceptarlo es clave para tu felicidad y paz interior, o sea que date por vencida y disfrútalo.

8. Descubres el placer y el valor de los momentos de silencio, de una ducha caliente al final del día, una tacita de té con una amiga, una película en casa con tu pareja, una noche de sueño profundo… y disfrutas a fondo cada uno de esos instantes.

9. Borras de tu diccionario la palabra «asco». Cuando a tu hijo se le cae el chupón en el piso, lo recoges tranquilamente y lo «limpias» con naturalidad en tu propia boca antes de volvérselo a dar.

10. Aprendes a dominar el arte de la improvisación. Compones increíbles melodías, transformas tus dedos en marionetas, e inventas fantásticas y absurdas historias para mantener entretenido a tu bebé (sobre todo cuando está cansado, aburrido o enfermito).

11. Tu cinturita (y todo lo que queda al norte y al sur de ella) definitivamente no es la misma de antes, pero te sorprendes al darte cuenta de que estás mucho más interesada en el ombligo de tu bebé que en el tuyo propio.

12. Las horas dejan de tener 60 minutos y los días dejan de tener 24 horas. El tiempo ahora parece transcurrir a un nuevo ritmo (debido seguramente a algún arte de magia del bebé) y por ese extraño cambio llegas retrasada a casi todas tus citas.

13. Los momentos a solas con tu pareja son escasos y breves, pero los dos aprenden a disfrutarlos y aprovecharlos, aunque un cierto bebe llorando esté a punto de interrumpirlos.

14. Como un malabarista que va agregando más y más objetos a su acto, aprendes a hacer dos, tres, cuatro, cinco… cosas a la vez, ¡y sin que se te caiga ninguna pelota!

15. Compruebas que nada, ni siquiera las matemáticas, es una ciencia cierta. Al fin y al cabo 1 + 1 = 3, y 3 no son demasiados, sino… una familia.

Y por fin, como esa leona que defiende a sus cachorros, a medida que crecen vas «soltando la rienda» y te das cuenta que ser mamá no significa proteger eternamente a tu niño de los peligros, problemas y conflictos de la vida, sino permitir que vaya enfrentando sus pequeños problemas, confiada en haberle dado las herramientas necesarias para que poco a poco aprendan a encontrar sus propias soluciones.

Donde está la felicidad…?

Las últimas semanas estuve ocupada, organizando una gira de Angela Marulanda, para el que no sepa quien es, es sociologa, y ha estudiado mucho sobre la familia. Ha escrito 3 libros, y ha dictado conferencias en más de 15 paises. Tuve la fortuna de conocerla y ahora soy su representante para Colombia. Lo que más me gusta de este trabajo, es que he aprendido cantidades. Resulta que todos en la vida nos preparamos por mucho tiempo para ser profesionales, vamos al colegio durante 14 años, vamos a la universidad, hacemos especializaciones, maestrías, doctorados… todo para ser un buen profesional… no suena una exageración?? Pero para el papel más importante de nuestra vida, que es ser papás o mamás, no estudiamos absolutamente nada!! Y claro, las teorias que vemos en el colegio, teorema de pitágoras, leyes de la naturaleza, física, química, historia, culinaria, o lo que sea que estudiemos por lo general son cosas que no cambian, si sumas 2 más 2, siempre dará 4, y todo un poco más complejo, pero básicamente sucede de la misma manera… en cambio, con los hijos, ni idea, y nos encontramos en millones de situaciones que no sabemos que hacer o como actuar. Lo peor de todo, es que resulta que nos tocó vivir en una época muy dificil, donde está cambiando todo, cuando eramos pequeños lo más avanzado era un TV a color con 3 o 4 canales, no existian los computadores, y menos el wifi. Pueden imaginar un niñito de ahora que no sepa majear un ipad? Con todos estos cambios, la sociedad también cambió, y dentro de eso la familia, por eso los papás de ahora, digamos que estamos más desubicados que nunca. Hay cantidad de peligros a la mano de nuestros hijos, cantidad de situaciones que ni idea como manejar, porque creo que ni siquiera hemos tenido tiempo de fijar una posición clara frente a lo que está pasando (adopción de hijos por parejas del mismo sexo, aborto, etc).  Y para nuestros hijos, nosotros somos el soporte, la estructura, los pilares de su vida y su seguridad, y si estos pilares no tienen claro que hacer, ni como actuar, es como si vivieran en un terremoto, lo cual no es bueno para que ellos crezcan seguros y puedan ser felices……

Felices??? Sí, eso es otra cosa, la sociedad de consumo nos ha vendido la idea de que la felicidad es estar a la moda, comprar el carro más moderno, tomar tal marca de gaseosa, pintarse las uñas de colores, ponerse zapatos de suela rosada, comprar el computador más liviano, juguetes de fisher price o pañales con gel que absorben la humedad. Y todos nos hemos creido ese engaño y seguimos comprando todo lo que sale en tv, en radio, en vallas, lo que tiene el vecino, tratando de buscar la felicidad, en un lugar que nunca la vamos a encontrar. Y como queremos que nuestros hijos sean felices, no hacemos sino comprarles todo lo que venden en los catálogos que llegan en el periodico, en la tv, y lo que tienen los amigos…… Malas, noticias (o hasta buenas), la felicidad no está ahí.

Bueno, todo esto lo aprendí con Angela Marulanda, durante este tiempo que la he acompañado y la semana pasada en sus conferencias:  la felicidad, no es un objetivo, sino un resultado…. y es un estado profundo de satisfacción personal, que resulta de lo que hemos dado y servido. Oigan bien! la felicidad viene de DAR, no de RECIBIR. Por lo tanto, no debemos darles regalos a nuestros hijos todo el tiempo, debemos enseñarles el valor de dar. Porque lo verdaderamente fundamental en la vida no cuesta dinero. Como hacerlo? Una idea maravillosa es decirle a los hijos (y también los papás), que busquemos hacer una buena obra por alguien cada día. Puede ser algo simple, ceder el puesto en una fila a alguien que tiene más afán, darle algo de comer a alguien que tenga hambre, compartir, prestar los juguetes, ayudar a la profesora. Hacerlos concientes de cuales son las buenas obras que hicimos en el día, es comenzar a crear un hábito de ayudar y de hacer algo por los otros, que va a llenar de felicidad a nuestros hijos. No nos sigamos comiendo el cuento de que la felicidad está en lo que compramos, sino que empecemos a enseñar a nuestros que es mejor dar que recibir. Y como papás, a leer, a escuchar a los expertos y a buscar la manera de ser buenos papás, y no papás analfabetas, sino papás educados 🙂

Para más información sobre Angela Marulanda su pag web es http://www.angelamarulanda.com

Grandes pequeños logros

Hace un mes no escribia algo por aquí. Tuve varias actividades de las cuales pronto escribiré. Y como sucede cuando tienes pequeños, todos los días pasan cosas y los niños crecen a toda velocidad y por esto, siempre hay historias que contar. Mi historia de hoy tiene mucho que ver con la paciencia de la que he hablado tantos y también con el esfuerzo y la dedicación. En realidad son dos historias, una de cada uno de mis hijos…

Empecemos con el primero, Emilio…

Emilio entró a clase de natación cuando tenía un año y un poquito… Me acuerdo que me metía con el cada 8 días en la piscina, ya estaba embarazada de su hermanito, y pueden imaginarse lo jarto que es vestido de baño y todas las actividades que esto conlleva, pero bueno, lo hacía con mucho amor porque pienso que la natación más que un deporte, en los niños es una actividad necesaria de supervivencia. Cuando llevaba a Emilio a natación, veía unos niños muuuy grandes que nadaban muy bien, se pasaban la piscina de un lado a otro por el lado corto y hasta algunos por el lado largo, y pensaba: cuando será que mi niño va a estar así…… Y como todo lo que tiene un proceso, poco a poco, muy lentamente, Emilio aprendió a meter la cabeza, a aguantar la respiración, a hacer patada, a nadar apoyándose en otros objetos, luego pudo hacer clase solito, todo esto con mucha constancia, sacrificio, y paciencia. Hace un par de semanas, Emilio pudo pasarse la piscina, no sólamente por el lado corto, sino también por el largo, sin ayuda, solito, y luego de recordar las primeras clases, en las que me metía con el a la piscina, en las que le echaba agüita en la cara con una jarrita para que aguantara un par de segundos la respiración, me di cuenta que mi niño es como los niños grandes que veía hace 3 años, y aunque todavía le falta mucho, su esfuerzo, práctica, valor (muchas veces tuvo miedo) y nuestro sacrificio y paciencia logró este gran progreso. Me siento muy orgullosa!

La segunta historia es algo hermoso, que tiene que ver con mi hijo pequeño, que como ya había mencionado ha tenido algunas dificultades con su lenguaje (aqui se cuenta mejor esa historia). Siguiendo el consejo de algunas expertas he sacado más tiempo para el solito, para jugar, para mostrarle como se dicen mejor las palabras que le cuestan dificultad. Hace un par de semanas, me senté con el a hacer algunos ejercicios (a manera de juego) y logré que aprendiera a pronunciar un fonema que le causaba mucha dificultad: KA, KO, KE… Nunca me había sentido tan feliz por una cosa tan simple en la vida, nunca me había sonado tan linda la palabra casa, cama, queso, coco…. juro que esa noche casi no me duermo de la emoción… Y aunque apenas lo está incorporando a su lenguaje, es un gran logro que haya podido pronunciarlo bien.

Les digo a mis hijos que para uno lograr algo que le parece dificil requiere mucho esfuerzo. Algunas veces tarda unos días, semanas o puede ser un proceso de varios años. Pero el entusiasmo, la paciencia y la perseverancia, se unen y nos ayudan a que el resultado se logre y a que la satisfacción sea la mejor recompensa!

La importancia del ejemplo

Hace poco vi en internet una frase que me impactó mucho. No porque no sabía que fuera verdad, sino porque me puso a pensar en lo cierto que es:

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Esto me puso a pensar en la importancia del ejemplo. Para los hijos el ejemplo de sus padres, es lo más importante de su vida, pues es la base de todo su comportamiento. Es impresionante, y todo lo copian, lo bueno y lo malo. Y como no somos perfectos, terminan copiando los comportamientos inadecuados que tenemos en situaciones de estress, impaciencia, cansancio, etc. No es fácil ser siempre como un manual de buen comportamiento para los hijos, y muchas veces es inevitable que aprendan nuestras actitudes negativas, las cuales algunas veces son difíciles de controlar. Pero creo que cuando empezamos a ser concientes de la manera en que reaccionamos en esos momentos de estress o de poca calma, y tratamos de ser más pacientes o controlados, no solamente crecemos como personas, sino también dejamos de ser un mal ejemplo para los hijos. También es importante reconocer los errores ante ellos y explicarles que nos equivocamos en ese momento. «Mira, la mamá estuvo un poco impaciente y por eso se puso muy brava, pero eso no está bien hecho y voy a tratar de que no vuelva a pasar», eso también les enseña que todos podemos equivocarnos y que es importante reconocer cuando uno se equivoca.

Cuando nuestros hijos tengan un comportamiento que no nos guste, pensemos de donde lo aprendió, tal vez no nos gusta porque es algo que odiamos de nosotros mismos (gritar, perder el control, etc). Entonces no los regañemos por haberlo hecho sino que enseñemosles de una manera más reflexiva que ese comportamiento es incorrecto, y tengamos presente no hacerlo nosotros.

En un libro que estoy leyendo, hay un parrafo muy cierto que ilustra esto: «No he conocido hasta el día de hoy un padre o una madre que no esté genuinamente interesado en inculcar valores a sus hijos, todos lo estamos, pero a menudo olvidamos que los hijos aprenden los valores de lo que los padres SOMOS, no de lo que DECIMOS. De manera que eso que quieres que tu hijo SEA, DEBES SERLO tú primero. Si quieres que tu hijo sea honesto, tú sé honesto; si quieres que tu hijo cuide su salud, tú cuida la tuya; si quieres que tu hijo sea compasivo, tú se compasivo; si quieres que tu hijo sea generoso, tú sé generoso.» (Tu hijo, Tu espejo, de Martha Alicia Chavez)

Por esto, aunque somos humanos y nos podemos equivocar (de hecho todos lo hacemos), hay que tener presente que tenemos uno o varios seres humanos en formación, aprendiendo y grabando cada paso que damos. Entonces que ese paso sea nuestro mejor paso, para así, hacer buenos individuos que no sólamente sean felices sino que puedan hacer felices a quienes los rodean.

Dormir con los papás!

Pareciera que soy una buena mamá, bueno, creo que lo soy, leo mucho, trato de ser paciente con mis hijos, de educarme y de educarlos de la mejor manera, de ponerles reglas, límites, rutinas, cumplirlas, ser consistente. Pero como dicen por ahí, para toda regla, hay una excepción, y no he podido lograr que mis hijos duerman una noche completa en sus camas por más de una semana. Todas las noches, a la misma hora, casi religiosamente, acuesto a mis hijos en sus camas. Se duermen juiciosos a las 7 pm, como dos angelitos. Y casi siempre, después de las 10 pm, o sea, a las 10, 1030, 11, 12, 1 o no se que horas…. llegan a nuestra cama, primero uno y después el otro… Casi nunca fallan!

El problema más grande que evita que cambie esta situación, es que me encanta cuando llegan, me encanta abrazarlos, darles besos, olerlos (huelen delicioso), apretarlos…. me muero de la dicha. A veces me quedo despierta un ratico mirándolos y dandome cuenta de que tanta hermosura es real y que no se hasta cuando vaya a durar esto, hasta cuando van a llegar a media noche como dos perritos a buscar el calorcito de la mamá, me ponen el pie encima, dan vueltas por toda la cama, me quitan mi almohada, me descobijan, y a veces es tan horrible que pienso que mañana seré una generala y no voy a permitir que se vuelvan a pasar. Pero al otro día vuelve y pasa y se me olvida el malgenio del cabezaso de la noche anterior.

Hemos ensayado algunos métodos, premios, motivación, escala de logros, y la verdad, no han funcionado mucho, porque… «No telo helado, me entanta tu pamita» y ante esas palabras la mamá se derrite!

Yo me pasé para la cama de mis papás hasta antes de casarme, no todas las noches, pero a veces cuando estaba triste o tenía miedo, llegaba a media noche a ese maravilloso lugar, espero que mis hijos se sigan pasando (no todas las noches) para seguir abrazandolos y besandolos más aún cuando estén en edades, que en el día tal vez no sea tan fácil…

Mas o menos esto es lo que pasa cada noche….

Guille

La verdad sobre las bebidas con azucar

Hace poco vi un video muy impresionante sobre el impacto de las bebidas azucaradas en la vida de las personas, y quisiera compartirlo. Viene de una página que se llama http://therealbears.org/ y en ella se pueden encontrar además del video, datos y mentiras que dicen las empresas de bebidas azucaradas, las cuales han sido desmentidas por esta organización… como por ejemplo:

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… si como no!!

Bueno, aqui está el video…. y tengamos en cuenta que los jugos de cajita tambien son bebidas azucaradas, que tienen sólo un 2% de jugo de frutas!!!

«Me entanta!»

Todos los niños son distintos, únicos. Tienen diferentes procesos de desarrollo y aprendizaje, y ninguno está bien o está mal. Simplemente es asi. Eso lo he aprendido muy bien con mis dos hijos.
Cuando yo era pequeña, mi mamá dice que aprendí a hablar a los 9 meses. No se que tanto hablaba, aunque hay algunas pruebas en cassete, pero digamos que el desarrollo del lenguaje en mi fue precoz, teniendo en cuenta que por lo general, las niñas hablan primero que los niños, o eso es lo que dicen. Cuando nació Emilio y empezó a crecer, con tanta estimulación como reciben todos los hijos mayores, toda la atención para ellos, digamos que tuvo un desarrollo del lenguaje muy similar al mío, y digamos que mas o menos al año, ya hablaba muy bien. Sin negar la herencia del papá, que no para de hablar y preguntar, Emilio desarrolló un lenguaje muy bueno y muy completo para su corta edad, con casi ningún defecto, a parte de la rr, que la aprendió un poco después. Cuando Emilio entró a la guardería, a los 2 años y dos meses hablaba casi perfecto. Recuerdo que me sentía muy tranquila que el pudiera comunicarse bien y lo veía más adelantado en este tema que muchos de sus compañeros (aunque no se deba comparar, es inevitable).

Luego llegó Pedro. O más bien Pelis, porque el se puso así (para ser exactos, «Peli Nane»). Pelis nación a los 20 meses de haber nacido Emilio y tuvo un proceso totalmente diferente, como la mayoría de hijos segundos vs los primeros. Dentro de su desarrollo tuvo importantes avances, el más precoz fue dejar el pañal completamente a los 18 meses, caminó rápido y aprendió a comer sólo desde que pudo coger una cuchara. Pero en el tema el lenguaje, nada. A los casi dos años y medio hablaba muy poco, y de lo que hablaba se le entendía menos de la mitad. Después del suceso de la pupa, empezó a mejorar un poco, pero aún hoy Pedro, con casi 2 años y 8 meses habla muy regular…

He tenido algunos momentos de preocupación, pero después de pedir la opinión de algunos expertos, ya me relajé y voy a esperar a que la naturaleza siga su desarrollo normal. En este proceso de consulta con expertos aprendí cosas lindas, como por ejemplo que el lenguaje materno se llama así porque lo enseña la mamá, nace del tiempo que el hijo pasa con su madre y aprende a imitarla. La falta de un buen desarrollo del lenguaje, puede deberse a factores emocionales, necesita tiempo, un poco más de atención, exclusividad. Los niños tienen derecho a hablar mal hasta los 4 años sin que sea un motivo de preocupación….

Entonces, como ya no es un problema para mi, decidí disfrutarlo. Esto no quiere decir que lo deje hablando mal, y más bien que cada vez que el trata de decir algo y lo dice mal, debo repetirlo bien, para que el reconozca el sonido o la manera adecuada de pronunciarlo. Hemos tenido algunos progresos, ya aprendió a decir «Tomate» en vez de «Pomate», «Sol» en vez de «Lol», «Sapo» en vez de «Papo»…. Pero dentro de su hermoso lenguaje (no debería decirlo pero me mata!), las expresiones mas hermosas son: «Me entanta» (me encanta) y el famoso «Bolo».  Porque además a Pelis nada le gusta, sino que le «entanta», «me entanta esa tanón (canción)», «me entanta e tento e bolo» (el cuento del Lobo). Y el Bolo se ha vuelto tan importante en nuestra vida, que yo a veces no me acuerdo si se dice bolo o lobo, y Pedro se ha vuelto famoso en la guardería y en la familia por su «bolo».  Ahora cada vez que pienso en que tiene que aprender a hablar bien, me muero del pesar, y se que esto va a durar poco, pues estoy segura que aprenderá a hablar bien, pero cada vez que habla mal quiero morirme de amor, porque además cada vez que alguien lo oye hablar mal, veo que se derriten. Y es que no hay nada mas lindo que un niño tratando de expresarse a su manera, aprendiendo a hablar con sus propias palabras. Espero disfrutar este momento y respetar su ritmo de aprendizaje, acompañarlo con mucho amor y luego, con mucho pesar, dejar que mi niño aprenda a hablar bien antes de que llegue la hora de entrar al colegio, aunque la verdad, quisiera que hablara así siempre!!

Los dejo con el Bolo para que vean que no digo mentiras, es para morirse!!!

(Traducción: Auxilio, viene el lobo!)

Los regalos y el amor…

Esta tarde fui a comprar el regalo de cumpleaños de uno de los mejores amigos de mi hijo (el mejor). Un niño muy especial, al cual mi hijo adora y quería comprarle algo que le gustara y que no fuera ‘un juguete más’, sino algo que le dure mucho tiempo y que pueda estar en un lugar especial de su habitación. En medio de esta búsqueda del regalo, recordé una reflexión que hago siempre que voy a un cumpleaños infantil…
Pareciera que ultimamente, gracias a la sociedad de consumo y todos sus efectos, el amor entre personas se define según el regalo que se de, y esto en función de dos variables: el precio y el tamaño. Eso quiere decir que el que te de el regalo más costoso y más grande, es el que más te quiere. Cuando uno ve en una fiesta el lugar donde están los regalos, se ven paquetes tan grandes, que muchas veces, son hasta más grandes que el mismo niño y dentro de poco, vamos a tener que contratar un camión de mudanzas para llevar los regalos que le dan a nuestro hijo en su fiesta. Cuando llegan los invitados a los cumpleaños, se ven paquetes enormes de regalos gigantes, que como les digo, pareciera que ese niño quiere demasiado al cumpleañero, pues el regalo es gigante y seguramente de un precio muy alto. Luego del cumpleaños, el niño quiere abrir todos los regalos a la vez, obviamente, y se llena de una cantidad enorme de juguetes nuevos, que no sabe ni cual abrir, ni con cual jugar, pues es tanto que abruma. Termina jugando con uno de tantos, pensando en los otros que también quiere abrir, y sin disfrutar verdaderamente ninguno. Como una indigestión de regalos.

No se en que momento los cumpleaños se volvieron una competencia a quien da el regalo más costoso o más grande, y las mamás mandan a alguien a comprar un regalo que valga $X dinero, lo que sea con tal de quedar bien, cuándo fue que dejamos realmente de pensar en que le gustaría a esa persona, que lo haría feliz, que disfrutará bastante, que importa que valga más o menos, pero que ese regalo, que es nuestra manera de celebrar su vida, lleve realmente el amor que pusimos en buscarlo. No importa que el empaque sea grande o pequeño, no importa que cueste mucho o cueste poco, creo que la importancia la debe tener el amor que le ponemos al regalo y con el gusto que lo damos. Y que pesar que los niños aprendan que son más valiosos los regalos grandes o costosos, cuando es tan importante y tan lindo los pequeños detalles, una tarjeta, un dibujo, un abrazo.

Y como sugerencia para las mamás de los niños que cumplen años, no abrir todos los regalos al tiempo, pues no disfrutan ninguno, mejor guardarlos e irlos sacando poco a poco, para que realmente los niños no se saturen y valoren sus juguetes. Lo hice con el último cumpleaños y funcionó de maravilla (todavía tengo algunos sin abrir).

Cómo quitar el chupo o tetero de manera efectiva…!

Aunque esto parezca un titular de una revista, he pensado mucho en este tema pues últimamente he escuchado varios casos alrededor de papás que saben que tienen que hacerlo y no lo logran, y me he dedicado a analizarlos…. Todos los papás se mueren del pesar de quitarles el chupo o el tetero a los bebes, pues creen que su hijo depende de estos objetos, pero creo que en muchos casos en el fondo, lo que realmente tienen es pereza de enfrentar la situación del niño llorando, o teniendole que dar comida en vez de tetero, lo que implica regueros, que no le guste, que se ensucie, etc, cosa que tarde que temprano tendrá que suceder pues nadie nace sabiendo comer solo, de todo y sin regarse.

Entonces, la fórmula mágica para quitar el chupo o tetero de los niño es:

1. Tomar la decisión (no voy a ponerme a discutir, si es mejor al año o a los 2 o a los 5, de eso ya hablé en otro post)
2. Estar SEGUROS de la decisión.

3. Hacerlo (o como diría una famosa marca deportiva «Just Do It»)

Hacerlo, implica ejecutar la acción, o sea, botar el chupo, tirarlo al río, darselo a un animal del zoologico, etc, y respecto al tetero, guardar, botar o regalar los teteros y no volverlos a sacar.

Obviamente en el primer momento, al niño no le va a parecer la mejor noticia, porque todos los seres humanos somos reacios al cambio, pero en un par de días lo aceptará. Aquí es cuando entra la SEGURIDAD de los padres, asi el niño llore, grite, haga pataleta, no se pueden devolver en la decisión, asi haga huega de hambre, con seguridad que de hambre no se va a morir. Si el niño percibe la SEGURIDAD de los padres, va a estar seguro también en que es la decisión correcta y lo va a aceptar más rápidamente. Créanme que los del problema en la mayoría de los casos, somos los papás.